LA CONCLUSIÓN. Parte I.

Recibo esa maldita llamada...y siento que en mi interior se expande un vacio insoportable e insufrible.

Te has ido, me has abandonado con esta sensación de que lo nuestro quedo inacabado por la distancia y por la falta de tiempo.

No puedo soportar pensar que no volveré a verte.

En mi mente se reproducen sin fin fotogramas tuyos: te veo sonriendo, siento la suavidad de tu piel y el olor de tu cuerpo...

Ahora en este momento, te volvería a pedir que me volvieses a abrazar una vez más mientras la oscuridad y el frio lo envuelve todo. Suena tu canción y mi corazón se deshace dentro de mí. Te extraño y ya sólo me quedan imagenes y recuerdos. Ya no existes en el mundo, y yo... cada día existo un poco menos desde sé que no estás en él.

Viajo para darte la despedida, mientras la pelicula de nuestra amistad comienza a proyectarse en mi mente y no puedo entender por que la vida es tan cruel. Tú me haces falta para seguir viviendo. No puedo soportar la soledad que vivo estando entre tanta gente.

Al fin estoy al lado de la esencia que todavía me queda aquí, te veo, y tu imagen es el reflejo de alguien que se encuentra en un sueño plácido. Sin vida, no pareces tú, no logro reconocerte amigo. ¿Dónde estás?. Aquí, desde luego, que no. Me vuelvo y te busco entre la multitud de personas que acuden a despedirte. Me voy acercando a los tuyos, que permanecen en silencio sin poder derramar ni una lágrima, llenos de rabia.

Continuará...