22 diciembre 2005

La Espera


Y como cada tarde…te espero sentada en mi sofá anhelando que entres en nuestro mundo y mientras espero.. sueño…

Sueño que nos encontramos en un viejo café. Tú y tus libros me estáis esperando, tú sentado en una vieja silla de madera de color oscuro y, tus libros descansando sobre el mármol blanco de una mesar redonda. Un cálido beso en la mejilla me da la bienvenida, siendo este beso el anfitrión de nuestro encuentro. El camarero se acerca y con una gran sonrisa nos sugiere un café especial. Dejándonos seducir, dejamos que sea él quien elija por nosotros esta tarde. Comenzamos a sonreír mientras exclamamos a la par - ¡Qué bueno que elijan por uno a veces!-.

Veo tu cara y no consigo ver ningún detalle que te haga diferente a como te recordaba desde la última vez que nos encontramos. Sólo el olor de este sitio –una mezcla a café recién tostado, a azúcar y canela- es lo que me hace que me sitúe. Sigues igual que siempre.. el tiempo no pasa por ti.. ni por tus ojos… ni por tu sonrisa.

Tocas mi mano con la tuya, y por debajo de la mesa siento que tu zapato choca contra el mio. Te acercas tanto que puedo decirte a que sabes…mmmm (desde luego, a algo dulce y suave). Recuerdo mientras nos miramos en silencio, la primera vez que te conocí, tengo grabada en la mente todos y cada uno de los momentos que vivimos juntos hasta que, el destino al final, nos separó inevitablemente. Vuelvo a la realidad y para mi tranquilidad, continúas sentado a mi lado, mirando hacia la calle a través de las grandes cristaleras del café en el que estamos.

Siento el roce de tu piel contra mi piel y es una experiencia totalmente química por que inmediatamente mi cuerpo comienza a estremecerse, mi piel se eriza y mi corazon comienza a latir con mas fuerza. A penas nos hemos dicho nada… quizás será que nos basta con saber que estamos juntos de nuevo y que tendremos tiempo de hablar más tarde...

21 diciembre 2005

¿Qué es ese algo?

No sabría como empezar esta historia. Supongo que varias veces a lo largo de nuestras vidas nos hemos preguntado si realmente llevamos la clase de vida que nos gustaría, seguramente la respuesta sería casi siempre : - No, no estoy satisfecho con mi vida, cambiaría muchas cosas de ella-.

Pues bien, esta historia comenzó haciéndome esta pregunta.

Como cada día, me levantaba a las ocho de la mañana, dando las gracias a Dios por un nuevo día, y como casi siempre me despertaba haciéndome la misma pregunta. ¿Qué le falta a mi vida?

Aparentemente no me faltaba nada, tenía un buen empleo, me encontraba bien de salud, tenía una pareja adorable y una casa estupenda. - ¿Qué más se le puede pedir a la vida?. Nada- pensaba-. Hacía mucho tiempo que no sentía ese vacío en el pecho, sentía que estaba en el lugar oportuno en el momento oportuno, si bien es cierto, que unos años atrás cuando estaba en mi tierra natal sentía que ni siquiera era de este planeta. – Inconvenientes de tener la mente abierta- me decía. Lo que está claro es que siempre había sentido la necesidad de llevar una vida llena de pasión pero mi mente me decía a voces que la vida no era un cuento de príncipes y princesas a todas horas, la vida era algo más duro y a veces, afortunadamente o desafortunadamente, la vida se envolvía de un halo de monotonía que hacía que todo se volviese un poquito más gris cada día, pensaba que tenia que luchar contra ese mundo grisáceo y lleno de días idénticos, de sentimientos apagados, donde las personas solo se entregan a medias. Creía que dentro de cada uno de nosotros vivía una pasión que en algún momento de la vida habíamos enterrado con los recuerdos para poder seguir adelante, sabía que había un momento en la vida que tenías que dejar de soñar y crecer, dejar los sueños para poder madurar, pero una parte de mi se rebelaba, la prohibición de que la pasión no estaba permitida me dolía en el alma hacía que la fiera que llevaba dentro de si se rebelaba contra el mundo.

Perder el sentido mientras se ama, con eso soñaba cada día, con encontrar a la mitad de su alma que Dios había desterrado lejos de ella, se preguntaba en que lugar de la tierra viviría, de que color serían sus ojos, como sería su sonrisa, sus manos y sobre todo me preguntaba si alguna vez si él se cruzase conmigo, nos reconoceríamos, si caminaría hacia mí y me susurraría al oido – Cariño, llevo varias existencias buscándote, regresemos a casa- o si al contrario él pasaría de largo mirarme, sin percatarse de mi existencia.

En el trabajo robaba tiempo para soñar con él, para soñar con ese desconocido que estaría esperándome en cualquier lugar: en un semáforo, en un pasillo del supermercado, en las escaleras de la casa de alguno de nuestros amigos. En cualquier momento y en cualquier lugar, su mitad podría aparecer y yo debía permanecer atenta.

Pasaban los años y mitad de su alma, ni siquiera en sueños había hecho acto de presencia, siquiera para decirme que no desesperase que pronto nos encontraríamos. Sentía un horrible vacío en el pecho y un gran dolor en las entrañas.

A todas horas la sombra de él deambulaba por mi cabeza, no podía luchar contra la idea que la fantasía me estaba devorando viva. Necesitaba sentirme amada, necesitaba que una persona se desvaneciese en mares de pasión y que juntos nos ahogásemos en ella. Y la monotonía comenzaba a volverme gris, apagándome con una inmensa tortura, estaba perdiendo el control y ya todo me daba igual.

Ayer, fue nuestro aniversario y sentí una rabia terrible, por que lo que necesito es que cada día sea especial y no que un día al año lo sea. Mi rabia la descargué contra ti en un sueño en el que no dejaba de lanzarte cosas por el aire por haber tirado por la ventana todo lo que habíamos construido juntos. Te quiero, pero siento que me están faltando demasiadas cosas, quizás ahora, después de todo lo que sucedió, te estoy exigiendo más por que necesito recuperar lo que perdí. A lo mejor te estoy poniendo el listón demasiado alto, pero lo hago de forma inconsciente, sólo ahora cuando me paro a pensar en ello me doy cuenta, que necesito volver a enamorarme de nuevo, lo que se quedo atrás se salio por la borda del barco al tirar por ella tus mentiras. Me duele que no me digas cuales fueron los motivos que comenzaste a buscar fuera, sólo necesito que me digas la verdad que seas sincero, sé que puedo entenderte, pero necesito que tú, mi compañero de vida, confíes en mí. Si puedo entender a los demás, puedo entenderte a ti, se que puedo.

Se llenaban los días de esperanza y frustración, sólo quería poder entregarme por completo a alguien que me hiciese sentir viva, que sacase de mí las grandes cosas que llevaba dentro, y no lo encontraba. La persona con la que vivía se instalaba en la comodidad del hogar que con tanto cariño había construido, no había pasión, no había chispa, el amor por momentos salía y entraba de la estancia de mi corazón. Quería una descarga que me hiciese volver al maravilloso mundo de donde provenimos. Quería morir en las dulces manos del amor.

18 diciembre 2005

Yo quisiera...


Quisiera sentarme en una playa contigo para ver como las olas golpean contra la arena, quisiera sentarme sobre esa arena y ver contigo la vida pasar, poder hablar contigo de lo azul que es el cielo y de lo grande que puede resultar ser una amistad creada desde la distancia Una amistad como la nuestra es como el mar que a veces golpea con furia las rocas (la aspereza y la dureza de la vida) y otras veces acaricia la arena con dulzura (momentos de inspiración llenos de amor y cariño, de palabras tiernas que nos llenan el cuerpo de abrazos y besos y la mente de gratos pensamientos).

Quiero sentarme en la cálida y salvaje playa de tu corazón que tan pocos conocen. Quiero ver, a través de la verde profundidad de tus ojos, la vida pasar. Quedarme dentro de ti y caminar dentro de tu alma dejando en ella las huellas de mi andar, serian el único indicio de que durante un tiempo estuve dentro de tu vida. Quisiera quedarme dentro de ti el tiempo que necesites para poder hacerte sentir lo grande que eres, porque TU ERES GRANDE.

Quisiera adentrarme en las profundidades de tu mente y liberarte de los malos recuerdos, borrar de tus entrañas cualquier sufrimiento.

Quisiera no desearte como te deseo, quisiera no quererte como te quiero, quisiera vivir dentro de ti y conocer tus deseos.

Quisiera enseñarte lo mucho que dos personas pueden llegar a entregarse, quisiera poder a enseñarte ver más allá de lo que ven nuestros ojos y nuestra mente. Quisiera hablarte del cielo y del infierno, quisiera hablarte de la felicidad y del sufrimiento, quisiera hablarte del la crueldad de las pasiones y de la dulce muerte que te produce el amor.

Quisiera que supieses que aunque crea que hayas vivido mucho, no conoces la grandeza de la vida, permíteme ser esa niña que no ha vivido tus experiencia la que te enseñe los secretos que ignoras, los grandes regalos que la sabia vida nos tienes guardados. Déjame filosofar contigo, mi dulce amor.

Aunque pase mucho tiempo, creo que nunca podrás entender todo lo que llevo dentro de mí, ojala librarme de mi cuerpo por un momento y poder dejarte ver la grandeza de los sentimientos y de la felicidad que llevo dentro de mí. Por que son los momentos como éstos, los que me hacen recordar y vivir mis cinco segundos de felicidad, cuando estoy contigo la felicidad es mucho más duradera.

Déjame que te coja de la mano y que camine contigo por la vida, así desde aquí, que sean estos lazos de amistad tan flexibles que estés donde estés siempre estemos unidos en esta gran libertad que nos damos...

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