04 julio 2007

Casas Abandonadas

Fotografía procedente de la web www.mundoparapsicologico.com



A veces no nos damos cuenta de lo valioso que pueden llegar a ser las cosas materiales...como por ejemplo tener una pequeña nevera de picnic para enfriar bebidas, un par de zapatos o unas bragas nuevas.


Desde hace unos meses me voy dando cuenta que pequeñas cosas, de esas que llamamos cotidianas, están empezando a tener importancia para mí, ya no sólo por lo que ha cambiado mi situación en materia de seguridad (emocional y material, aunque me estoy refiriendo en este caso concretamente a la material). Digamos que verte el cinturón apretado hace que los ojos se te salgan de las cuencas y que consigas ver áquello que antes eras incapaz de ver aunque lo tuvieses a dos milímetros de tí. Valoras cada cosa que tienes, cada cosa que te cuesta esfuerzo comprar. Cuando vives apretado, depositas en cada cosa que adquieres un poco de amor. ¿Por qué amor? porqué quieres que aquello que acabas de comprar, te dure eternamente, te unes en un vínculo afectivo de reconocimiento propio, llenas las carencias de autoestima, trabajas la gratificación, el "autoregalo" (..me lo regalo por que lo valgo, porque soy bueno/a, porque soy la mejor, porque me lo he currado, porque me gusto, me encanto, porque lo necesito...)


Ultimamente, incluso podemos ver como el marketing vuelve a utilizar la pirámide de Maslow en campañas publicitarias, la pirámide de las necesidades humanas...por que mira que tenemos necesidades los humanos...


También me he dado cuenta que cada día me fijo más en las casas abandonadas, y mentalmente, las renuevo tanto por dentro como por fuera. Quizás sea una representación imaginativa del momento en el que me encuentro ahora. Reconstruyéndome de nuevo, una vez más. El caso es que hay cosas que han cambiado en mí, por ejemplo, mi forma de vestir. Antes me encantaba entrar en las tiendas de Zara, todo me parecía superideal. Ahora en cambio, prefiero otro tipo de ropa, prefiero no maquillarme, he cambiado el tacón por zapatos cómodos. Como las casas que veo derruídas, prefiero las pequeñas: que una vez renovadas supondrían menos trabajo y más disfrute. Y las imagino con grandes ventanales, con mucha luz, con habitaciones con espacio (supongo que vivir en un piso de 50 m2 también hace que desee amplitud y espacio, espacio que no tengo). Cada casa que me encuentro de camino al trabajo, sufre una reconstrucción instantánea y comienzo a soñar despierta...si hubiese estudiado arquitéctura, podría haber hecho todo lo que ahora imagino y automáticamente, la realidad, me despierta, primero por que he llegado al trabajo y después por que la realidad que viví va mucho más lejos que las ilusiones, los proyectos.


Lo malo de tener una cabeza pensante, es que el pensamiento no tiene fin, y la imaginación tampoco.


Un beso para todos los lectores.


Yo Vencí a Ese Algo

Etiquetas: , , ,


Get a playlist! Standalone player Get Ringtones